Ana Lapico, Directora Nacional de Ventas Independiente, del Área Luciérnagas.

 Comencé la actividad Mary Kay en diciembre de 1980. Todo comenzó con una necesidad de cambios: el deseo de no vivir en este mundo de abundancia, en la estrechez económica, en la constante prohibición por falta de recursos y el abandono de concretar sueños por limitaciones de toda índole. Por eso busqué las oportunidades para lograrlo, siendo antes vendedora de otros cosméticos y de ropa, sin obtener resultados satisfactorios. No me quedé quieta, seguí buscando hasta los 33 años, con dos hijos en aquel momento de 11 y 4 años, y mi marido arrastrando las consecuencias de la quiebra de la empresa donde él se desempeñaba como gerente. Esta situación hizo que nos encontráramos en un departamento de tan sólo 1 ambiente los 4, no había dinero para alquilar y esa vivienda nos las prestó mi madre. Pero las oportunidades llegan si las buscamos y cuando dejamos de quejarnos de la "mala suerte" empezó a despertar la gran visión del cambio. Y fue por ese entonces cuando encontré a Mary Kay Cosméticos y a mi amiga que me llevó por primera vez al Plaza Hotel y tuve la suerte de conocer a un ser que me movilizó y me inspiró a soñar: la Directora Nacional de Puerto Rico María Elena Alvarez. Ella me dijo que yo podía llegar tan alto según mis propias aspiraciones y esfuerzo personal, que en Mary Kay no había techo ni discriminaciones. Esto fue lo que más me gustó, porque no dependería de otros mis logros, mis ascensos, sino exclusivamente de mi actitud y de mi hacer. Compré mi Maletín y todo lo que vino después se desarrolló a un ritmo tan vertiginoso que olvidé detalles, salvo el fracaso de mis 3 primeras Clases y el entusiasmo y la pasión que le puse a esa herramienta de trabajo: mi Maletín, que sólo se quedaba quieto cuando yo dormía.

Hasta que un día glorioso, me informaron que yo había reunido los requisitos para poner mi carta de intención para ser Directora de Ventas Independiente. Habían pasado sólo 6 meses de mi ingreso y en mis recuerdos aún siento la vibración de aquel día, mis lágrimas de la tremenda emoción, porque me sorprendieron, yo no contabilizaba los resultados y también había dudado de mi capacidad para lograrlo, y ese les puedo decir fue el Primer Gran Día Mary Kay en mi vida.  Llegar a ser Directora de Ventas Independiente es lo que cambió mi vida, me enriqueció y me permitió enriquecer la vida de muchas mujeres. Si sólo me hubiese quedado como Consultora de Belleza Independiente nada de lo que ahora les voy a contar hubiese sido realidad. Y esta realidad superó a todo lo previsto e imaginable.

 ¿Cómo voy a olvidar ese primer viaje a Dallas si esa fue mi primera experiencia de volar en un avión Jumbo, mi primer viaje al exterior y ¡mi primer logro como Directora de Ventas Independiente!?. Pero no fue el único, ese viaje lo gané 3 veces más. Y a partir de allí me encontré año tras año en el Sheraton de Río de Janeiro, el primer crucero por el Caribe, el Club Med de Itaparica, Cancún, Santo Domingo, Europa: España, Francia, Londres, un crucero por las Islas griegas, Mónaco, Suiza, Roma, Viena, Alemania, la Península Escandinava, Marruecos, Australia, Viena, Alemania, Hawai, Puerto Rico, Canadá. Y mientras les escribo y busco recuerdos en mi mente, asoman mis lágrimas de emoción y agradecimiento porque retrocedo y voy mucho más lejos y me encuentro con ANA, la niña tímida, la adolescente acomplejada y la mujer adulta limitada por la mediocridad. ¡Qué lejos estaba en aquéllos momentos de pensar en todo lo que me sucedería después, a partir de la decisión de formar parte de este maravilloso negocio!. Llegó también la experiencia de ser Reina de la Corte Nacional de Empresas dos veces y cuatro veces de la Corte Dorada, el premio Go-Give y el ¡Primer Auto Rosa! y el Nacionalato en el ‘94. Quiero confesarles que este primer auto llegó después de haber pasado varios años sin movilidad, viajando en micros y trenes a distancias largas todas las semanas, entonces comprenderán porqué en ese Seminario del ’93, cuando por sorpresa me hacen entrega del auto, inundé el escenario con mis lágrimas y porque además era ROSADO!!. Vinieron otros rosados: un Galaxy, un Mondeo y un Stratus. ¡Qué privilegiada me siento! ¡Cuánto agradecimiento a Dios! no pido más, sólo que me conserve esa tremenda capacidad de asombro y vibración ante los logros venideros, que siga modelando mi carácter para seguir disfrutando aún más del equilibrio físico y psíquico y la templanza para comprender y ayudar a los demás y la sensibilidad para poder llegar al corazón de muchas más personas.